Concha única. La gran profesional. Lo demuestra en 'Yo lo que quiero es bailar' en el que se proyecta al espectador, contando con prestigiosos artistas. Largos ensayos en Barcelona y el propio Valladolid, lugar de estreno mundial. Energía, vitalidad asombrosa de una actriz y cantante que ha tocado todos los palos del espectáculo en cine, televisión, teatro (comedia y drama, musical), incorporando grandes personajes como Teresa de Jesús y todos aquellos otros que han jalonado su carrera con juvenil frivolidad y decantada madurez.
Con sencillez, Concha se desnuda ante el público con una relación de sucesos personales y artísticos. Casi dos horas sin descanso, contando anécdotas, homenajeando a la profesión y el milagro de los actores, cantando con maestría e incluso en el final bailando. Existe cierta ironía, cierto distanciamiento autocrático en algunos momentos, exaltación en otros. Recita textos de poetas y escritores que incorpora a su personaje compendio de muchos personajes. Filosofa incluso sobre el hombre y la mujer, sobre la trascendencia. No se oculta físicamente, sobriedad en el vestuario y en el gesto. Dialoga desde el escenario con la sala en una especial complicidad.
Concha se muestra con cuatro magníficos músicos que incluso hacen un número especial de 'Hello, Dolly' y muy pocos momentos de descanso o relajación. El texto, preparado por Juan Carlos Rubio, desde las propias palabras de Concha, es variado y múltiple, evitando la monotonía, siempre al servicio de esa memoria que la propia artista transmite a su público.
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