miércoles, 29 de julio de 2009

Un poema que acompaña a Concha




Este poema de Rudyard Kipling es un inseparable compañero de nuestra actriz y constituye un gran lema, una verdadera lección del poeta:


Si puedes llevar la cabeza sobre los hombros
bien puesta,... cuando otros la pierden y de ello
te culpan;
Si puedes confiar en tí cuando todos de ti dudan, ...
pero tomas en cuenta sus dudas;
Si puedes esperar sin que te canse la espera,
o soportar calumnias sin pagar con la misma
moneda,
o ser odiado sin dar cabida al odio, ...
y no por eso parecer demasiado bueno o sabio;

Si puedes soñar sin que tus sueños te dominen;
Si puedes pensar sin que tus pensamientos sean
tu meta;
Si puedes habértelas con Triunfo y Desastre
y tratar por igual a ambos farsantes;
Si puedes tolerar que los bribones
tergiversen la verdad que has expresado
y la convierten en trampa para necios,
o ver en ruinas la obra de tu vida
y agacharte y reconstruirla con viejas
herramientas;

Si puedes hacer un atado con todas tus
ganancias
y arrojarlas al capricho del azar,
y perderlas y volver a empezar desde el principio
sin que salga de tus labios una queja;
Si puedes poner al servicio de tus fines el corazón,
el entusiasmo y la fortaleza, aún agotados,
Y resistir aunque no te quede ya nada..,
Salvo la voluntad que te diga ¨Adelante!¨;

Si puedes dirigirte a las multitudes sin perder la
virtud,
y codearte con reyes sin perder la sencillez;
Si no pueden herirte amigos ni enemigos;
Si todos cuentan contigo en demasía;
Si puedes llenar el implacable minuto,
con sesenta segundos de esfuerzo denodado,
Tuya es la Tierra y cuanto en ella hay,
Y más aún, Serás un hombre, hijo mío!

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