lunes, 19 de abril de 2010

Entre la vida y la obra


Hay personas en la vida que lo han hecho casi todo y siguen la hoja de ruta como si fueran auténticos adolescentes. Hay personas a los que los años no les van a quitar nunca su pasión por vivir o por trabajar en lo que saben hacer y en lo que les gusta. Hay mujeres que tienen toda una vida por detrás y lo reconocen, y otras que viven cada momento para decirle a la vida, gracias, y que nos quiten lo 'bailao'. Concha Velasco, la sempiterna chica ye-yé de los tópicos más recurrentes, aquella actriz de 'Las chicas de la Cruz Roja' y de tantas imágenes al uso, protagoniza hoy y mañana 'La vida por delante' en el Teatro Bretón de Logroño (a las 20.30 y 19.30 horas, respectivamente).
Concha Velasco es capaz de dejar al descubierto casi todas sus fortalezas y debilidades en un plis plás. Ayer se encontraba abatida por algo tan sencillo y tan simple como la suspensión de la obra en Orense por culpa de las nubes de un volcán atlántico que impidió despegar a un actor de la compañía desde Londres.
La chica yeyé , la chica de la Cruz Roja llega hoy a Logroño pero el jueves se sentía espléndida. «No, no me siento estigmatizada porque se me recuerde por aquellas películas. Al contrario. Creo, decía, que se hizo un cine muy bueno en los años sesenta».
Rondando los setenta, Concha Velasco se sentía orgullosa todavía de participar en lo que más le gusta, en lo mejor que sabe hacer. Entre vulnerable y auto suficiente. «¿Auto complaciente dices? Sí, claro. Creo que he llegado a un momento de auto complacencia. Pero es bueno. Una aprende cosas en la vida y entre ellas, a quererse».
La protagonista de la obra que hoy se presenta en el Bretón (una exprostituta judía en un barrio parisino de razas, religiones, valores, respetos y muchas más cosas) dice encontrarse en un momento especial de su vida. «¿La vida por delante? Bueno. Yo diría que la vida por detrás... (risas) Pero no me puedo quejar de la vida. No me quejo».
Con los tiempos que corren, Concha Velasco sigue cualquier conversación como un torbellino. «¿Que si hay algún paralelismo entre mi infancia en Galache y el barrio de París de la obra? Hombre, yo no he sido prostituta pero si quieres ver las cosas me quedo con lo que dice el pequeño Momo a mi personaje cuando habla de blancos y negros. ¿Negro de piel pero blanco de cabeza? Yo pienso en mi nieto. Creo que él verá cosas normales de razas, religiones y más cosas. El problema será cómo se lo transmitamos los mayores». Concha Velasco dice que hoy, todavía, es «muy peliculera», y que hoy se refugia o vive entre la familia.

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